Llaman a la buena suerte: las arañas pequeñas, las manchas blancas que aparecen en las uñas, encontrar en el camino una alpargata vieja y pisarla con el pie derecho. La herradura ofrece una variedad de posibilidades; colgarla en la puerta de las casas o negocios trae buena suerte, igual que hallarla en la calle con la cobertura mirando, hacia uno; encontrarla y tirarla para atrás sin mirar pidiendo un deseo hace que este se cumpla. La de siete clavos es la que tiene mayor poder mágico.
También producen buena suerte el movimiento involuntario del parpado derecho, ver sorpresivamente un caballo blanco, la crianza de una gato negro, levantarse o entrar en un lugar pisando con el pie derecho y la aparición de grillo en el interior de la casa. Si cantan dentro de la habitación son reaseguros de felicidad.
Una ristra de ajos atravesada por una cinta o hilo de color rojo, las monedas perforadas y la tijera u otro objeto de acero colocados debajo de los asientos rechazan la mala suerte. La prosperidad económica está asegurada por la picazón en la palma de la mano, la caída de un cuchillo de punta, cortarse las uñas en día jueves o ser el último en terminar de comer.
Algunas cosas de las que hay que cuidarse porque nos traen mala son: Derramar sal o aceite, golpearse el codo izquierdo, el número trece, la rotura de un espejo, cruzarse un gato negro que va de izquierda a derecha.
Son anuncios de buenas noticias ahogarse con saliva o estornudar tres veces seguidas. En cambio, la caída de un cuadro significa que recibiremos una mala noticia. Por otra parte, si el gato se lava la cara o el perro se resuelve en la tierra, es seguro que se recibirán visitas.
Las supersticiones muestran que, a pesar de los avances científicos y técnicos del siglo XX el hombre sigue creyendo en las fuerzas mágicas.
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