En aquella época, los marineros tenían una técnica de sondeo poco eficaz y muy complicado. Detenían el barco en el lugar elegido y bajaban una soga con un plomo atado en el extremo. Una vez que tocaba el fondo, la subían y median la parte mojada. Con este método no se podían medir las partes más profundas del océano, que tienen miles de metros de profundidad.
Debe haber un método eficaz, dijo Lord Kelvin. Pensando en ello, invento un aparato de sondaje que podía enrollarse automáticamente. En lugar de soga, al principio uso alambre con que se fabricaban las cuerdas de los pianos, y más adelante utilizo cables de acero. Aunque este método era mucho más seguro, no permitía alcanzar las partes más profundas del océano.
Los científicos en la actualidad utilizan aparatos que envían ondas sonoras, las cuales rebotan en el fondo del mar y regresan al instrumento que las emitió. La distancia del fondo se obtiene por el tiempo que tarda la onda en bajar y volver.
La parte más profunda que se conoce en el océano se llama el “Abismo Challenger”, ubicado en la fosa submarina “Mariana”, en el océano pacifico, al suroeste de la isla de Guam. El fondo se encuentra a 11.033 metros de profundidad. Eso es poco más de 11 kilómetros.
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