Sin embargo, esta verdad evidente y universal, no es, tan clara para la mente de muchas personas, especialmente jóvenes que actúan sin medir las consecuencias de sus acciones o porque toman decisiones sin darse el trabajo de analizar con suficiente reflexión de lo que deben hacer.
Vivimos en un mundo donde la irracionalidad parece invadir todo. Muchos jóvenes no tienen razones para justificar lo que hacen, simplemente actúan, motivados por impulsos o por sentimientos momentáneos. No logran darse cuenta que por ese camino van directo a un infierno personal del que muchos quisieran librarse, pero ya es tarde.
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